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31 octubre 2017

Cortocircuito blanquiazul


El análisis


La Arandina desperdició en la tarde de ayer una oportunidad de oro para situarse en puestos de playoff y a su vez, empezar a abrir brecha respecto a varios de sus perseguidores. Los resultados del Sábado, con los empates entre Astorga y Salmantino y Numancia B y Zamora, unidos a la derrota del Tordesillas en casa, abrían las puertas de los puestos de promoción a los blanquiazules. Sin embargo, no fue la tarde de la Arandina. Una lástima porque en un grupo en el que el playoff va a estar muy caro, no se deben desperdiciar jornadas tan propicias. Para más inri, el Real Ávila venció 1-0 en el último suspiro y Unionistas encadenaba su sexta victoria consecutiva , alejando cada vez más la primera posición. Hasta aquí la penitencia.

Y como toda penitencia tiene su origen en uno o varios pecados, analizaremos los  que la Arandina cometió ayer. Empecemos por el más grave. Durante los primeros 45 minutos los jugadores blanquiazules mostraron menos intensidad que su rival y fruto de ello, se vieron por detrás en el marcador.  Clara muestra de esta falta de intensidad fueron los pases cortos, las cesiones peligrosas o los balones horizontales regalados al rival en la salida. Ya se había avisado en la previa de que el Almazán era un conjunto completo que podía poner en apuros a cualquiera y que había obtenido buenos resultados a domicilio. Así lo demostró, en El Montecillo. Ordenados, solidarios, inteligentes en la presión y sin rubor a cortar las circulaciones de la Arandina con faltas cuando éstas ganaban en velocidad. Los adnamantinos corrieron y saltaron más y como consecuencia, ganaron las disputas y se llevaron los rechaces. Con el balón tuvieron criterio porque había calidad para ello y además, aprovecharon los agujeros del sistema blanquiazul.  Enfrente una Arandina al 40% en la que algunos jugadores no retornaban a posiciones defensivas tras pérdida. A pesar de la diferencia de generosidad en el esfuerzo, los ribereños tuvieron hasta tres ocasiones claras en la primera mitad y demostraron poder hacer mucho daño rompiendo en velocidad por banda o entrando desde segunda línea. La afición del El Montecillo se dio cuenta de ello y no perdonó que el rival superara a los locales por actitud. Así aparecieron los pitos.

Los pitos y el gol del rival acrecentaron la inseguridad de los futbolistas blanquiazules, de modo que los fallos de todos y cada uno de ellos, se sucedieron de forma escandalosa. Segundo pecado y aspecto a corregir porque habrá más partidos y tramos de la temporada, en los que la fortaleza mental será imprescindible para lograr los objetivos. Por suerte, el gol al filo del descanso en el único fallo del Almazán en la primera mitad, una mano innecesaria a lanzamiento de falta que terminó en penalti, evitó una bronca monumental y liberó de presión al equipo. No siempre será así.  

En el tercer pecado hay que mirar al banquillo. Diego Rojas se llevó un baño táctico en cuanto al planteamiento inicial y estuvo lento a la hora de leer los cambios que podían frenar la sangría. La Arandina alineó un once similar al de jornadas anteriores y con una disposición parecida pero el Almazán venía con la lección aprendida. Obligó a Fernando Rubio y Zazu a recibir casi siempre de espaldas y con un hombre encima. Permitió avanzar a los centrales pero cortando las líneas de pase hacia los creadores de juego y tapó la salida por banda en campo de la Arandina. De este modo, se sucedieron las imprecisiones, pérdidas peligrosas y los pases atrás para volver a iniciar jugada. La Arandina no renunciaba a su filosofía y cuando se retrocedía hasta área propia, los sorianos adelantaban la presión de forma intensiva. Además, tras dos sustos, en  las pocas ocasiones en las que la calidad de la Arandina le permitió zafarse de esa presión, comenzaron las faltas para cortar el juego cada vez que la circulación de los blanquiazules ganaba en velocidad. Este es un aspecto que ya vimos en Cebreros o Burgos y para el que hay que tener alternativas. Es evidente que si el árbitro sacase tarjetas a ese tipo de faltas, esto no se produciría, pero no hay que fiar todo al buen hacer del colegiado. 

El otro aspecto que los contrarios ya conocen es que los atacantes de la Arandina son letales en velocidad y que cuentan con gran capacidad de asociación y desborde pero que tienen dificultades para rematar dentro del área si ésta está poblada. De este modo, cuando los blanquiazules subieron la intensidad en la segunda parte y sobre todo en el tramo final, el Almazán concedió las bandas y esperó los centros laterales con gran posicionamiento defensivo. Es imprescindible la figura de un ariete con capacidad de remate que pueda aprovechar los muchos balones que se pasean por el área y a su vez, fije a los defensas abriendo espacios a los compañeros.

Con el balón, el Almazán retrasó a uno de sus delanteros para actuar de enganche y metió a sus jugadores de banda por dentro para asociarse con Jesu y Plaza, dejando las bandas a los laterales. Atacó con automatismos, de modo que cuando un medio centro local  perdía el balón por la presión, el enganche buscaba el espacio entre líneas a su espalda. También buscaron la espalda del central que  conducía cuando este adelantaba su posición (le ofrecían esa opción). El resultado fue una Arandina muy larga, con demasiada distancia entre líneas y que no era capaz de recuperar tras pérdida. Las alas del Almazán se metían hacia dentro tras recuperación, generando superioridad y a partir de ahí , buscaban combinar y la sorpresa del lateral.  De este modo, Gonzalo de Miguel encontró una auténtica  autopista por su banda.


Habrá quien se pregunte por qué David Ruiz, el único lateral derecho específico de la plantilla se cayó del once tras un gran partido en Cebreros en el que además, demostró estar bien físicamente. Es cierto que Lobera aporta más en ataque pero él también tiene recursos y cuenta con más conceptos defensivos y una capacidad de retorno tras las incorporaciones mucho mayor. Un entrenador debe saber qué futbolista se puede adaptar mejor al partido que espera y ayer el encuentro estaba para saber guardar la posición y seleccionar las subidas. Si el míster esperaba otro escenario, se equivocó y si esperaba este y creía que Lobera se adaptaba mejor, se equivocó también. El error salió caro. Sin restar un ápice de mérito al zurdazo de De Miguel, un gol así jamás debe producirse. Ante un jugador con capacidad de lanzamiento exterior, jamás se debe recular en la frontal del área y esto es precisamente lo que sucedió.

Era evidente que la Arandina necesitaba un medio centro más que equilibrara la presencia en el centro del campo y tuviera más capacidad de recuperación así como un cambio en el lateral derecho. Las sustituciones debieron producirse mucho antes, incluso en el primer tiempo, aunque si no se quería ser duro con los futbolistas, al menos en el descanso. La entrada de Roberto Simón ayudó y mucho, a que el equipo ganara en posesión. Además, Lobera fue otro en su posición natural. De hecho, estuvo a punto de hacer el 2-1. En todo caso, ambos cambios se produjeron demasiado tarde.

Terminado el análisis de los pecados capitales, no olvidemos uno menor. La Arandina volvió a desperdiciar un enorme número de córners y faltas en zonas de peligro. Los partidos ajustados pueden decidirse a balón parado y un equipo que aspire a estar en la zona alta de la clasificación, debe sumar puntos en este tipo de acciones. Aspecto a trabajar.

La crónica


Dos clásicos del Grupo VIII se veían las caras en un duelo de necesidades que comenzó con ritmo por parte de ambas escuadras y el preludio de lo que iba a ser el encuentro. Un pase flojo a Piña obligaba a este a hacer una falta en la frontal del área. A la salida de la misma en acción de estrategia, el Almazán daba hasta 3 toques en área blanquiazul. Falta de atención, que Mediavilla solventó.  

En los siguientes minutos, una Arandina poco precisa en el pase trató de hacer daño por banda izquierda con Lucho como estilete. En una combinación de éste con Rodri, el leonés sacó un gran tiro que Marqués resolvió con apuros. Poco después, el propio Lucho aprovechaba un gran pase al espacio para superar en carrera a los centrales pero no era capaz de definir ante el arquero adnamantino que repelía el balón en una parada de fútbol sala. Y como suele pasar en estos casos, prácticamente en la siguiente acción, Gonzalo de Miguel marcaba desde fuera del área con un zurdazo bien esquinado ante una defensa que reculó en exceso. Mediavilla se culpó por un gol difícil de atajar y a partir de ahí, se le vio con mucha menos confianza que de costumbre.

El gol sentó muy mal a la Arandina ya que los errores en el pase se multiplicaron, el equipo se rompió y el rival, que olió sangre, dio un paso adelante. La afición con sus silbidos ayudó poco y durante varios minutos, la Arandina estuvo al borde del KO.  Por suerte, en los últimos minutos de la primera parte, los sorianos dieron un paso atrás con el fin de conservar el resultado al descanso y esto dio lugar a un par de acciones de Ruba por banda derecha. En la última de ellas, una diagonal hacia dentro se convirtió en una falta en la frontal. Zazu se encargó del lanzamiento y Jesu, que estaba en la barrera, golpeó con la mano dentro del área. Un penalti impropio de su experiencia y vida para la Arandina. Rodri anotó con solvencia y a empezar de cero.

Tras el descanso, la Arandina fue otra. Salió con brío de los vestuarios y el Almazán reculó. Rodri estuvo a punto de hacer su segundo de la tarde en una acción que Marqués, que empezaba a erigirse como el mejor de los suyos, enviaba a córner. Poco después, el propio Rodri no llegaba por centímetros a un centro de Lucho desde banda izquierda. En pleno asedio local, una serie de rebotes en área pequeña terminaban con el balón saliendo por línea de fondo a escasos centímetros del palo izquierdo de Marqués. 

Los blanquiazules estaban volcados y mostraban una superioridad física, que unida a unos cambios que debieron producirse antes, parecían ingredientes suficientes para lograr el gol de la victoria. Pudo llegar en botas de Lobera que vio como su magnífico tiro cruzado era repelido por el portero visitante con las yemas de los dedos. El balón no quería entrar y para colmo, la parroquia local se llevó el susto de la tarde en un fallo de concentración que permitió a Pascual salir desde su campo en contraataque, rebasar a Mediavilla y perdonar lo imperdonable.

Para rematar una tarde aciaga, el héroe de la tarde, Marqués, pudo convertirse en villano en la última acción del partido. Una mala salida del portero soriano era sacada bajo palos y sobre la misma línea de gol por un defensor. Mano clara que el propio jugador reconocía a los aficionados visitantes tras finalizar el encuentro pero que el trencilla no señaló. Al fin y al cabo, él quería ser el villano. Gajes del oficio.

Ficha técnica


Arandina (1): Mediavilla; Lobera, Piña, Pablo, Luque; Fernando Rubio, Khalifa, Zazu (Roberto Simón, min. 68) Ruba (David Ruiz, min. 80), Rodri (Raúl Calvo, min. 78) y Lucho

Almazán (1): Marqués; Andrew, Culebras, De Miguel, Ruby; Jesu, Plaza,  Elvira, Santa Cruz (Losilla, min. 79), Madrigal (Lapeña, minuto 59) y Diego Antón (Pascual, min. 76).

Goles: 0-1, De Miguel (min. 23). 1-1, Rodri (min. 45).

Árbitro: Domínguez Zapatero (León). Amarillas a Rodri, Rubio y Lucho por la Arandina y a Culebras, Elvira, Plaza y Santa Cruz por el Almazán.

El Montecillo, 700 espectadores.
Once de la Arandina
Once de la Arandina (Foto: Sportvalladolid)

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